jueves, 13 de enero de 2011

No a la Negociación con ETA

Pocas estrategias tan desmoralizadoras para cualquier sociedad que el hecho de que sus representantes negocien con asesinos.
Ha ocurrido muy a menudo a lo largo de la historia pero sobre todo en la historia más reciente que las democracias en diversos lugares y momentos históricos han confiado en que los hombres ante la disyuntiva de ser libre o esclavo eligirán siempre la primera.


Por experiencia sabemos que no es así, no faltan ejemplos, desde la Alemania nazi a la Argelia de los últimos años ochenta cuando, despues de décadas de dictadura socialista se convocaron la primeras elecciones, el pueblo estuvo a punto de votar un partido que abogaba por instaurar una dictadura islámica. No llegó a ocurrir porque el ejército dió un golpe de estado.
Los padres de la democracia moderna, los Locke, Montesquieu o Voltaire no pudieron imaginar sociedades que prefirieran vivir en una dictadura en vez de una democracia, fueron muy ingénuos.
Por eso la contradicción a la que se enfrentan muchas democracias es la siguiente:
SI NO ME DEJA PENSAR QUE NO DEJE PENSAR NO ES UNA VERDADERA DEMOCRACIA
Las democracias tienen que defenderse de este círculo vicioso, quien no está dispuesto a dejar que los demás piensen (y puedan expresar publicamente) lo que quieran no deben participar en las instituciones democráticas. Por tanto los aprendices de tirano no pueden ocupar cargos públicos y aún menos debe el estado hablar con quienes sólo hablan matando.
Si acaso los únicos que podrían hablar con ETA, que podrían estar legitimados para hacerlo, son precísamente los muertos, sus muertos, pero eso es imposible.
ETA no puede tener enfrente ningún interlocutor.

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